sábado, 31 de diciembre de 2011

LA MISIÓN APOSTÓLICA DEL “MANÁ”

Jóvenes junto a sus padres el día de la Consagración.

-José Luis Íñiguez Granda-
El Movimiento Apostólico Nazareno MANÁ, se constituye en un grupo netamente católico, de niñas, niños, jóvenes, adultos comprometidos, que se forman para ser apóstoles de Cristo a ejemplo de la Madre María Sara Alvarado Pontón, fundadora de la Congregación de Dominicas Hijas de Nuestra Señora de Nazareth, en compañía de las Hermanas de ésta Congregación. 
El Evangelio y la práctica de la espiritualidad dominicana de la Madre María Sara Alvarado Pontón, inspiran los principios esenciales del Movimiento, que son: 1) Adhesión y práctica del Evangelio, como estilo de vida plena. 2) Defensa de la vida y la dignidad humana desde la pedagogía del amor. 3) Cultivo de los grandes valores supremos de la fe, la esperanza y el amor. 4) Modelos del Movimiento Jesús, María y José en la familia de Nazareth. 5) La espiritualidad basada en la Eucaristía y María de Nazareth. 6) Respeto y reconocimiento a los valores y símbolos de nuestro movimiento apostólico. 7) Práctica de la vida sacramental, y adhesión a la Iglesia. 8)  Actitud de servicio permanente en forma libre y responsable. 9) El estudio, la oración y el servicio, como base de la formación de sus miembros para lograr ciudadanos y ciudadanas integrados positivamente en la sociedad en que están insertos.
El MANÁ presenta como objetivo general: “Fortalecer la experiencia de Dios en la niñez, juventud, docentes, las familias, personal de apoyo, administrativos y comunidades a través del movimiento para promover el desarrollo integral de hombres y mujeres responsables, serviciales, útiles para su comunidad y futuras generaciones de modo que puedan influir positivamente en la sociedad teniendo como modelo la Sagrada Familia de Nazareth al estilo de la Madre María Sara Alvarado Pontón”.
El Instituto Educacional “Miguel Ángel Suárez”, dirigido por la Congregación Dominicana, mantiene exitosamente al Grupo MANÁ, perteneciendo a éste algo más de un año: Ángel Correa Orellana, Rubén Román Cárdenas, Paco Arteaga Silva, Vinicio Juárez, David León, Oliver Churuchumbi, David Cuenca, Jack Paz, Irving Solano, y mi persona, integrándose hace algún tiempo Kimberly Solano.
Ángel Correa Orellana, integrante del Movimiento, indica que el MANÁ es un agradable grupo de motivación para los jóvenes, que mejora la condición humana de la persona, brindándote un acercamiento especial a Dios. Paco Arteaga, de igual forma integrante, da testimonio que con el MANÁ ha podido conocer profundamente a Dios.
Primer Encuentro Nacional
Los días 30-31 de julio y 01-02 de agosto del año 2010, tuvimos la oportunidad de vivir  el Primer Encuentro Nacional, desarrollado en Posorja-Guayaquil. Realmente una experiencia magnifica, muy enriquecedora, en donde vivimos momentos de oración, regocijo, alegría y valoración. Tuvimos un singular acercamiento con Dios, mediante varias actividades que nos permitieron mejorar nuestro rumbo de vida como hijos, jóvenes y estudiantes, permaneciendo aún latente este grato recuerdo, que también permitió establecer muchos lazos de amistad.
Retiro Pro-Consagración
El día sábado 19 de febrero del año 2011, se efectuó el retiro Pro-Consagración de los miembros del MANÁ, el cual se desarrolló en el Monasterio de Hermanas Benedictinas “Puerta del Cielo”, en la parroquia Vilcabamba. Fue el espacio propicio para la reflexión, oración, alegría y amistad, valores que nos engrandecieron, ya que estuvimos consientes que en los próximos días nos consagraríamos al servicio apostólico por los demás. Se tejía una nueva experiencia espiritual en nuestras vidas, que colmaba de inmensa felicidad a nuestros padres y hermanos.
Consagración Maná
El día martes 15 de marzo del año 2011 se vistió de gala, alegría y paz. El sol estaba radiante y en nuestro corazón existía un extraordinario júbilo, porque nos encaminábamos a un ejercicio espiritual inigualable. Una acción que transformaría de forma radical nuestra vida, la misma que desde aquel momento tomaba otras actitudes.
Con respeto se  realizó la Consagración de los miembros del MANÁ, día en el cual diez jóvenes consagramos nuestra alma y nuestro ser al servicio por los demás, procurando profundamente la propagación del Evangelio, y practicando los valores trascendentales de la vida, como son: el amor, la paz, la alegría, fortaleza, sencillez, humildad, oración y trabajo. Aquellos valores que se traducen en un servicio nutrido del amor de Dios, estando más cerca de Él,
y viviendo momentos que nos permiten un accionar más positivo dentro de la sociedad en la que estamos inmersos.
¡Qué alegría tan grande! Hemos consagrado nuestro ser en beneficio de quienes más necesitan, buscando así nuevos horizontes que nos permitan una armonía de vida… Sin duda, el acontecimiento más significativo dentro de nuestra vida espiritual.
Representación del Musidrama
Con motivo de la celebración de los 73 años de fundación de la Congregación Dominicana, fundada el 25 de marzo de 1938 por la Madre Sarita, el Instituto “Miguel Ángel Suárez”, dirigido por dicha Congregación, desarrolló el programa en honor a la Madre Sarita, en donde los miembros del MANÁ realizamos una representación de los Santos de la Orden Dominicana, teniéndolo como principal a Santo Domingo de Guzmán.
Visita a un Orfanato
En días anteriores, visitamos un orfanato de la ciudad, que acuna a niñas discapacitadas y normales. Pudimos conversar con ellas, hacerles reír, alimentarlas, y conocer su forma de vida. Varios testimonios nos revelaron la situación de algunas de ellas. Para contribuir, llevamos varios productos alimenticios, demostrando nuestro afecto hacia ellas, y aprendiendo que no tienen derecho a recibir algún tipo de rechazo, ya que como nosotros forman parte de la sociedad. Incluso escuchamos y observamos el talento de una risueña muchachita guayaquileña, que con su voz nos deleitó. Démonos cuenta que siendo especial, lo hizo sin vergüenza, mientras que nosotros ni siquiera lo intentamos. Cosas que nos evocan reflexión.
Finalmente, expreso mi agradecimiento a las Hermanas Katty Lozano, Hna. María Inmaculada Castrillo y Hna. Gladis López, Dominicas que han sido nuestras maestras, y que nos han ayudado profunda y directamente en éstas acciones tan enriquecedoras. Nuestra gratitud hacia ellas. 

GRATOS RECUERDOS DE ANTAÑO

-José Luis Íñiguez Granda-
¡Qué importante es la memoria de los ancianos! Memoria que guarda cosas valiosísimas, y que desde ya constituye un aporte a nuestra cultura.
En Loja esto es una tradición. Existen muchísimas personas, que para beneficio de nuestra sociedad, aún hablan de sus experiencias pasadas en la Loja de antaño. El paso de los años ha macado una huella imborrable en sus memorias, que se pierde en el momento que Dios dispone su viaje a la vida eterna, y no se los ha escuchado.
Ésta es la oportunidad para presentar a los amables lectores una recopilación de varias referencias de la vida de Loja otrora, que aunque pequeñas, en el fondo son muy significativas.
Feria de Septiembre
El Ab. Alberto Loján Idrovo, nacido en Loja pero domiciliado en Guayaquil, y fallecido el 16 de diciembre de 2010, alguna vez comentaba que la Feria de Septiembre se desarrolló por el Parque Bolívar, y que en ésta los comerciantes colocaban las “chinganas” (donde se expendían licores), en donde los azuayos, quienes eran los que más disfrutaban de la festividad, “se pasaban de copas”, bailaban y tocaban el típico acordeón con una gran alegría.
Barrio “El Plateado”
El Ab. Alberto Loján refería también que “El Plateado” lleva este nombre por la existencia de muchas piedras de color blanco. En este hermoso y pintoresco lugar, en 1909, se dio el nacimiento de uno de los mas grandes literatos, que llegó a triunfar a nivel nacional e internacional: Ángel Felisísimo Rojas (autor de Banca, El Éxodo de Yangana, Curipamba, El Club de los machorros, Un Idilio Bobo, El Busto de Doña Leonor, La Novela Ecuatoriana, Correrías Causales), quien al hablar de su lugar de su nacimiento expresa: “El camino de este lugar que era de herradura muy malo, en tiempos de lluvia se volvía muy resbaloso, -bien-, pero esto hacia la vida mas entretenida y pintoresca”.
Según el Ab. Alberto Loján, este inminente escritor no lleva el apellido de su padre, ya que su mamá es Filomena Rojas y él es Ángel Felicísimo Rojas. Pero solía decir que el papá de Ángel Felicísimo Rojas fue de apellido Ojeda y que fue abogado. Un interesante dato.
Siguiendo con lo de El Plateado, me comentó que de este rincón rural son los originarios de Loja, y que por supuesto aquí hubo hacendados, quienes les regalaron tierras a la gente humilde que vulgarmente se les llamaba “arrimados”.
Puente Bolívar
El Puente Bolívar es una obra de gran admiración, construida por arquitectos lojanos en una de las presidencias del Dr. Gabriel García Moreno. Según la tradición, la familia del Federalista Manuel Carrión Pinzano, tiene mucha relación con la construcción de esta reliquia arquitectónica.
Como representación del nombre que recibe, se muestra como símbolo  intangible  muy bien plasmada la letra “B”, en el centro o división de los dos arcos de media punta que lo hacen más característico todavía.
Cerca de este puente, se da la unión de los ríos Zamora y Malacatos, formando la tradicional “Y”, la cual era muy amplia en esos lejanos tiempos. En la actualidad, el puente se levanta majestuoso sobre el tranquilo rio Malacatos, dándole el complemento para que también sea un punto de inspiración y un lugar para pasar un buen momento, rememorando la histórica Loja.
En la parte izquierda de esta arquitectura de estilo romano, hubo una laguna artificial hecha de ladrillo, construida antes de 1920, con un islote en el centro. En esta pequeña isla reposaba una canoa, la cual servía para transportar pasajeros y para llevar carga a distintas partes de la ciudad, que venían de la Costa y de otras provincias vecinas. La laguna perteneció al Sr. Víctor Samaniego, quien habría construido la misma para distracción en los días domingos.
El hijo de Daniel Álvarez Burneo acostumbraba practicar la natación en estas aguas. Un día domingo el joven, -que también se llamaba Daniel como su padre- decidió lanzarse desde lo alto del puente, y al caer a las poco profundas aguas se golpeó la cabeza, lo cual consternó a la gente asistente de aquel día, quienes rápido lo sacaron, pero ya casi muerto. Lo llevaron a su casa pero efectivamente falleció. Como el filántropo perdió a su esposa y a su primogénito, dejó su inigualable fortuna a diferentes instituciones, como la Fundación Álvarez, el Colegio Técnico que lleva su nombre, etc.
Puente Santa Rosa
Puente Santa Rosa. (Gestión Cultural UTPL)  
El coterráneo Dr. Isidro Ayora Cueva, nació en Loja el 31 de agosto de 1879. Fue elegido por la Asamblea, Presidente Constitucional de la República del Ecuador en 1929, año en el cual construye la tan ansiada carretera por los habitantes lojanos, que partía desde el típico puente Santa Rosa, denominado así ya que mencionada carretera llegaba hasta ésta población en la provincia de El Oro. 
El Dr. Emiliano Ortega Espinoza escribió el Segundo Himno Lojano, titulado ALMA LOJANA, en la ciudad de Cuenca, en octubre de 1929. En esta magnifica composición existe una parte que dice: “seres extraños mi Loja habitarán…” pero ¿porqué escribió esto?...Inteligentemente porque aquel hombre tuvo una visión de lo que sería la construcción de esta carretera, por la cual arribaría a nuestra urbe gente de la Costa y de provincias vecinas, suceso que para los lojanos de ese entonces no era normal, ya que eran unos verdaderos seres extraños.
En antaño las carreteras se las hacia de manera manual, ya que en Loja no se contaba con maquinaria que facilitaría el trabajo, por lo que se las elaboraba “a pico y pala”. La carretera que conducía a Santa Rosa, partía desde la urbe, en un extremo de la histórica calle 10 de agosto, donde se construyó éste puente, el cual tenía dos arcos de media punta, elaborado con piedra y ladrillo por los mismos arquitectos que hicieron el puente Bolívar. De igual forma, fue hecho en estilo romano, en una de las presidencias de Gabriel García Moreno.
Este puente tan llamativo fue muy conocido en la Loja del ayer, lugar donde mucha gente se congregó a conversar y a pasar buenos momentos. Estuvo levantado sobre el pequeñito y acogedor rio Malacatos, rio que en aquel entonces tenía fácil acceso, ya que su orilla era un poquito más alta que su caudal.

EL CUENTO DE LA PATRIA “PUEBLO HIJO DE MUJER”

-José Luis Íñiguez Granda-
Celestina, Madre de la Patria. 
“En la lucha por la independencia, nosotros -la actual República del Ecuador— no tuvimos jefes de primera magnitud como los tuviera singularmente Venezuela en las figuras excelsas de Bolívar y Sucre. Pero en cambio tuvimos mujeres, como va dicho.
Mujeres en los preparativos o sea en el 10 de agosto, con la famosa doña Manuelita Cañizares, una amable persona que creía en la eficacia de la alegría y del amor aun para el servicio de las más grandes causas. Tenía una casa central en la que, según Pareja Diezcanseco «disponía de alcobas reservadas a la clandestina alegría de sus amigos». Cuando se estudió en Bogotá el proceso seguido en la capital del Virreinato de Nueva Granada contra los proceres de agosto, se halló prueba bastante para comprobar cómo, a diferencia del Juramento del Juego de Pelota francés, estas vísperas del 10 de agosto nuestras fueron una cosa alegre y jaranera, que culminó en la destitución de Manuel Urríes, conde Ruiz de Castilla, de la Presidencia de Quito; y el entronizamiento de una Junta soberana, que defendería esta audiencia propiedad de «nuestro amado monarca Fernando VII El Deseado, contra la rapacidad sin freno del odiado y plebeyo Corso, Napoleone Buonaparte, que había entregado el trono de la muchas veces secular monarquía española de Derecho Divino, a su hermano José, Pepe Botellas».
Presidente de la Junta Soberana sería designado Juan Pío Montúfar, marqués de Selva Alegre; vicepresidente, el obispo de Quito, José Cuero y Caycedo; y la integraban, además de algunos proceres auténticos, como Salinas, Morales, Riofrío, Quiroga, Matheu y otros, los aristócratas de título comprado: los marqueses de Solanda -el del famoso hallazgo del tesoro de Atahualpa-, de Selva Florida, de San José, de Villa Orellana, de Miraflores... Todo lo que, con título de Castilla, había en la paupérrima colonia.
Manuela Cañizares, que con su nombre benemérito preside ahora colegios normales, preparadores de maestras, fue una pro­motora, con intención o sin ella, pero con mucho ánimo, humor y amor, de las primeras jornadas de la emancipación.
La <<Amable Loca>> de Bolívar
La otra Manuela de la libertad. Manuela Sáenz, «Colibertadora», Libertadora del Libertador, como se la llama, se halla también en los orígenes heroicos de nuestra historia. De puro amor por el héroe. Pero de un héroe de la libertad. No de un torero, de un boxeador o de un millonario. No tampoco de un opresor de pueblos, como muchas mujeres de la historia griega o la historia romana que, a través de Plutarco, tanto y tan románticamente han influido en nuestra historia: no Artemisa o Aspasia, menos aún Cleopatra, la devoradora de guerreros y tiranos. ¡Qué lejos de Jacqueline Kennedy o Evita Perón, las heroínas de la «moderni­dad». Nuestra Manuela amó al héroe pequeñito y moreno, febril y lascivo, acaso menos por el sexo, que por el deslumbramiento de la causa a la cual el héroe se había entregado en dación total de sus potencias.
No tuvimos héroes con espada en las luchas por la libertad. Tuvimos, sí, heroínas con abanico y miriñaque, ojos asesinos y valor para dejarlo todo, para ir por sobre todo -en una sociedad hipócrita, traga hostias y cuenta chismes- como era esa de nues­tras aldeas grandes metidas a ciudades como lo eran por entonces Caracas, Bogotá y hasta la misma Lima, con sus tapadas y su aún mayor gazmoñería y lisura.
Porque esta Manuelita, la «amable loca», como la llamara su amante, estaba casada con un -¿flemático?- médico inglés, Mr. Torne, con el cual había cometido matrimonio, porque era linda y no quería, como era de rigor en las damas de sociedad des­maridadas, quedarse para vestir santos. No sentía, ¡cuándo ella! Vocación de Mariana de Jesús... Otrora paisana suya, con matri­monio y todo, la marquesita de Solanda... Bueno, en esto hay que oír al señor Ángel Grisante, cumanés como el gran mariscal de Ayacucho, Antonio José de Sucre... Hombre para suelto de lengua este historiador venezolano... Pero, nadie desafirma que la célebre Marianita Carcelén no esperó mucho, pocos meses, para darle sucesor —un general Barriga— al máximo estratega de las guerras emancipadoras...
De esta Manuela Sáenz, Toutles proportions gardées se puede decir, como López Velarde dijera de Cuauhtemoc: «única heroína a la altura del arte». Por razones muy diversas, por cierto. A la altura del arte: la ha cantado Neruda, nuestro mayor poeta en el idioma; Rafael Pineda, hombre de la joven poesía, la interpreta en un lúcido poema en prosa. Y como exegetas, ha tenido en primer lugar al fino y buido intérprete de lo humano del hom­bre, Alfonso Rumazo González. Y, desde la otra orilla, amoroso y poético también, W. von Hagen -puede no satisfacernos del todo- en su tan conocida Las cuatro estaciones de Manuela. Y el nuevo arte, el cine, la codicia.
¿Alguna consecuencia, alguna derivación de esta verdad incontestable? Porque en nuestra raíz, nacional ecuatoriana, es el hombre el que «nace de una costilla de mujer», al revés de lo que dicen ocurrió en las pampas del Paraíso, en el primer acto del drama de la manzana y la serpiente.
Vamos a intentar, arbitrariamente, y fuera de los posibles cánones y recetas de una academia de la historia, una interpreta­ción basada en los hechos de nuestros anales:
Desde los tiempos indianos, no fuimos país macho, país engen-drador. Fuimos país-hembra, país que concibe, país de entrañas fértiles. Y luego, país maternal, país que recibe, no país que da. Así, las Amazonas, a la orilla de un río que nos quieren quitar nuestros hermanos, recibían a los maridos una vez por año, quedaban pre­ñadas y todas ellas parían... Otra vez mujeres, para la continua­ción del amor, del engendramiento y del parto sin fin.
Así, Paccha la shyri, la «señora» de los quitus. Su padre muere, ella asume el poder de sus gentes. Pero es para entregarlo al gran varón engendrador, vencedor de su raza y de su estirpe: Huayna-Cápac el grande. Y todo, ¿para qué? Para cumplir su misión de paridora, de madre, y es madre de Atahuallpa, del rectificador del error de su padre, al dividir el imperio. Entonces, Paccha, la quiteña, es la creadora del imperio del Tahuantin-Suyo. La restau­radora de la unidad del mundo. Ella, la india quiteña, todo amor y sexo, es la verdadera madre, la auténtica matriz.
Manuela Cañizares es la surcidora de voluntades, no solamen­te como lo hiciera la gran alcahueta, madre de la hispanidad, la madre Celestina; sino apoyando el anhelo libertario de la mayor parte de sus amigos frecuentadores de su casa. Allí, entre besos y alegría, los hombres que elevarían su voz en el desconcierto de la última etapa de la colonia española, pusieron la primera marca de la emancipación, que sería borrada con sangre en la «hora del pueblo, la hora verdadera» el 2 de agosto de 1810.
Y Manuela, Manuelita, que no es madre de ningún hijo de la carne, es en cambio la gran engendradora, madre-amante, del gran venezolano que en medio de la vorágine de la ingratitud, la des­lealtad, la traición, la perfidia, lo protege del amor y de hombría, como en la tenebrosa noche septembrina de Bogotá, culminación de todos los horrores de la cobardía, la maldad y la infamia.
En esa noche, la Manuelita estéril para concebir y parir hijos, parió una segunda vez al libertador, al que los asesinos, en la som­bra cobarde, entre velones funerales, quisieron matar en Santa Fe de Bogotá, porque los opacaba tanta grandeza y tanta gloria.
Manuelita Sáenz representa bien al Ecuador en la gesta de la Independencia, emparentándonos así con las heroínas francesas: la santa Genoveva, salvadora de París y la santa Juana de Arco, salvadora de la monarquía francesa. Acaso las separa una dife­rencia: la de la doncellez, tan cara a San Pablo... tan sospechosa a Voltaire...”
Benjamín Carrión, El cuento de la Patria: Breve Historia del Ecuador. 

SUSCITADOR INAGOTABLE DE LA CULTURA

-José Luis Íñiguez Granda-
La memoria de Benjamín Carrión, suscitador inagotable de la cultura, no puede quedar en el olvido. Una memoria que aún está latente en ésta su tierra nativa, en Ecuador, y por qué no en América. Una memoria que evoca la prosperidad y el dinamismo del Ecuador en la cultura. Un pilar esencial que forjó grandes ideales y acontecimientos que engrandecieron esa rebosante cultura ecuatoriana que la llevó orgulloso por el mundo. Qué orgullo que un hombre tan ilustrado, sabio y humanista, como Benjamín Carrión, haya visto la primera luz en Loja, el “Último rincón del mundo”, como él la catalogó.
Nacido un 20 de abril de 1897, se constituyó como el más joven de los hijos procreados por Manuel Alejandro Carrión Riofrío y Filomena Mora Bermeo. Cuando contaba con seis años de edad, su padre falleció, por lo que su madre y su hermano Héctor Manuel, le propiciaron las primeras letras, las que incluían francés y lecturas de literatura francesa del siglo XIX.
La secundaria la cursó en el “Bernardo Valdivieso”, siendo en ésta época que participaba de reuniones literarias organizadas por el Dr. Pío Jaramillo Alvarado, Gobernador de la provincia en ese entonces.
En 1916, se trasladó a Quito, e ingresó a la Universidad Central, en donde, en 1922, se incorporó como abogado, combinado su carrera con la literatura. Fue uno de los fundadores de la Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador (FEUE), Presidente de la Escuela de Derecho, y fue colaborador en la revista de la Facultad y en periódicos quiteños como “La Caricatura” y “El Día”, donde publicó artículos literarios y periodísticos.
Al graduarse de abogado, regresó a nuestra ciudad y contrajo nupcias con su prima segunda, Agueda Eguiguren Riofrío, el 19 de enero de 1923, con quien procreó tres hijos.
Desde 1925 hasta 1931, fue Cónsul de nuestro país en el puerto francés El Havre, periodo en donde entabló una muy entrañable amistad con reconocidos intelectuales de época, especialmente con la chilena Gabriela Mistral, quien obtendría el Nobel de Literatura en 1945. También aprovechó para hacer conocer al Ecuador dentro de la literatura, sobre todo lo de Pablo Palacio y la publicación de “Los que se van”, cuentos iconoclastas de Demetrio Aguilera Malta, Joaquín Gallegos Lara y Enrique Gil Gilbert.
Al culminar el consulado, regresó al Continente Americano para dar importantes impulsos a varias actividades políticas y literarias. Fue Secretario de la Legislación Ecuatoriana en la ciudad de Lima, Perú, en 1931, y al siguiente año militó el Partido Socialista Ecuatoriano, y durante tres meses fue Ministro de Educación en el gobierno de Alberto Guerrero Martínez. Desigualdades ideológicas fue la causa para que se separe del gobierno, y se una a la oposición política del régimen, siendo secretario del Partido Socialista.
Al aceptar ser Embajador del Gobierno de México, fue expulsado del partido en 1933.
Federico Páez le persiguió y le obligó a exiliarse en Colombia en 1936, ya que era opositor de su gobierno.
Fue Ministro Plenipotenciario de Bogotá con el Gobierno de Enríquez Gallo, en febrero de 1938, cargo que ocupó hasta mayo del año siguiente.
En vista del conflicto que el Ecuador atravesó con el Perú en 1941, Benjamín Carrión se dedicó a nuestra nación, y durante ésta década, en 1944, creó la Casa de la Cultura Ecuatoriana, su obra máxima y la mejor institución dentro de la cultura que actualmente lleva su nombre, y que sirve de modelo para otras partes del mundo.
 Durante la década de los 50, puso voz atenta en el gobierno conservador de Camilo Ponce Enríquez.
En 1960 fue Jurado del Concurso Literario de la Casa de las Américas de Cuba, y tres años después fue desterrado por la Junta Militar del Gobierno Ecuatoriano. En este mismo año fue designado Catedrático en la Universidad Autónoma de México y estuvo como candidato a la vicepresidencia del Ecuador en binomio con Antonio Parra Velasco.
Al año siguiente fe nuevamente elegido Presidente de la Casa de la Cultura Ecuatoriana.
En 1965 fue Miembro Fundador de la Comunidad Latinoamericana de Escritores, y dos años después se adhirió al Jurado del Premio Internacional de Venezuela “Rómulo Gallegos”.
En 1968 fue Embajador en México.
Como hemos podido leer, los años 60 fueron para Benjamín Carrión muy fructíferos, ya que fue muy reconocido como literato y político a nivel del mundo, además que promocionó su idea de “la segunda independencia de América Latina”, es decir la socioeconómica, todo esto influenciado por la Revolución Cubana.
En 1978, fue Presidente de Honor del Comité Ecuatoriano de Solidaridad con Nicaragua, y Presidente del Tribunal Supremo Electoral, retirándose de este último por motivos de salud.
El 8 de marzo de 1979, a los 82 años de edad, falleció, dejando un legado cultural y político realmente extraordinario. El 27 de agosto este mismo año, la Cámara de Representantes del Ecuador, decidió dar su nombre a la Casa de la Cultura, en vista de sus amplísimos aportes a la cultura.